El Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) se debe a una anormal adquisición de lenguaje que afecta significativamente a quien lo padece y sus relaciones con el entorno, a pesar de que se garantice un entorno lingüístico adecuado. El diagnóstico se establece cuando existe un deterioro en el desarrollo lingüístico sin daño neurológico evidente, retraso mental, trastornos de conducta o carencias ambientales que lo expliquen (ASHA, 1980). Su perfil diagnóstico identifica marcadores característicos en la fonología, morfosintaxis, el léxico y la pragmática, y debido a su heterogeneidad se puede clasificar en dos subtipos, TEL Mixto (expresivo-receptivo) y TEL Expresivo, dependiendo de su desempeño en el ámbito comprensivo del lenguaje. Sin embargo, a pesar de estas características clínicas, la evidencia señala que los déficits no estarían restringidos al aspecto lingüístico y cuestionarían la conceptualización del TEL como un trastorno específico. El conjunto de fallos lingüísticos pob dría corresponderse con un deterioro de los mecanismos involucrados en el aprendizaje y la automatización de reglas gramaticales o estar relacionados con déficits no lingüísticos transversales al funcionamiento cognitivo como la atención, velocidad de procesamiento o la memoria, funciones primordiales para el desarrollo del lenguaje (Quintero, Hernández, Verche, Acosta, Hernández, 2013).
(…) En cuanto a las funciones ejecutivas, los resultados muestran que los sujetos con TEL aventuran hipótesis que no comprueban o actúan al azar, presentan dificultades en la categorización y son más perseverantes en los errores que en sus pares. Lo anterior sugiere un déficit concreto en la inducción de reglas y deficiencias en la capacidad de planificación y ejecución (Buiza-Navarrete et al., 2007). Este perfil de déficit lingüístico y neurocognitivo pone de manifiesto la necesidad de identificar tempranamente a los niños que presentan TEL para su intervención temprana tanto de los dominios lingüísticos como no lingüísticos que se presenten deficitarios. Los hallazgos actuales a través de la evidencia empírica muestran que los niños con TEL presentan disfunciones ejecutivas que van más allá de las medidas verbales, lo que podría reflejar una dificultad cognitiva general, que, junto con el deterioro lingüístico y narrativo, conformarían un perfil complejo del trastorno (Acosta, Ramírez y Hernández, 2015). Investigaciones orientadas al estudio de los marcadores neurocognitivos del Trastorno Específico del Lenguaje apoyan la presencia de limitaciones en los procesos cognitivos no lingüísticos al compararse con grupos con desarrollo normal del lenguaje. Tales limitaciones afectarían funciones como la atención, codificación, memoria y función ejecutiva, mostrándose en esta última mayores diferencias (Buiza-Navarrete et al., 2007). Estudios como el realizado por Quintero et al. (2013) y Acosta et al. (2015) mostraron que los niños con TEL obtuvieron un rendimiento inferior a sus pares en todas las variables estudiadas de las funciones ejecutivas como memoria de trabajo, planificación, fluidez e inhibición y alternancia. Los resultados motivan el debate sobre la heterogeneidad del trastorno y apuntan a una disfunción ejecutiva, dificultad que no se restringiría solamente al ámbito lingüístico.
La intervención actual en niños con Trastorno Específico del Lenguaje se ha centrado en aspectos lingüísticos preferentemente, abordando objetivos relacionados con habilidades articulatorias, morfosintácticas, vocabulario, conciencia fonológica y desarrollo narrativo; sin embargo, en los últimos años ha surgido la interrogante de por qué los niños diagnosticados con TEL no progresan en forma adecuada en áreas del lenguaje que se intervienen de manera frecuente e intensa. La respuesta a esta interrogante puede ser la necesidad de incorporar en la intervención contenidos cognitivos y neuropsicológicos para maximizar los efectos del abordaje terapéutico (Acosta, 2012). Paideia Nº 57 (81-91), julio-diciembre 2015 ISSN 0716-4815 Funciones Ejecutivas… / M. Roa I.
Sería interesante pensar en los beneficios que podría traer la estimulación cognitiva temprana, siendo las FE moduladoras del desarrollo infantil. No olvidemos que la primera infancia es un período crítico y sensible para el desarrollo neuronal.
Dada la heterogeneidad del Trastorno del Desarrollo del Lenguaje, es conveniente considerar esta dificultad neurocognitiva a la hora de diseñar un plan de intervención para rehabilitar el mismo.
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Funciones ejecutivas en adultos