PERO…. ¿La pandemia lo cambió todo?
Desde lo personal me encuentro con este dilema a diario. Entre otras cosas, durante la cuarentena me dí cuenta de que tuve que romper un poco este paradigma.
El jardín de mi hijo propone reuniones virtuales tres veces por semana y por supuesto nos comunicamos a diario con nuestros familiares por videollamada.
Está claro que no nos conectamos con esa frecuencia, primero porque se priorizan otras cuestiones, como el trabajo o la siesta del bebé… Pero también porque me resisto a las pantallas. Está comprobado que “Los niños a esta edad están en pleno desarrollo y entre las pautas madurativas importantes que se van cumpliendo en esta etapa se encuentra el lenguaje.
El sistema nervioso central se desarrolla significativamente entre el nacimiento y los 36 meses, por lo que los estímulos que en esta etapa se reciban serán muy importantes.
Las pantallas no cuentan con condiciones trascendentales para el desarrollo como son la tridimensionalidad del mundo real y la interacción humana (tonos de voz, atención, emoción, afecto, contacto físico, etc.) tan fundamentales para el crecimiento. La falta de estos estímulos podría generar consecuencias negativas.
Aparte se debe tener en cuenta también, todo lo que no se hace mientras se está con pantallas.” Sociedad Argentina de Pediatría
Si bien los profesionales dedicados al desarrollo del lenguaje nos oponemos firmemente a ellas durante este período, en este momento particular de pandemia podemos aceptar exposiciones breves con un objetivo claro, como por ejemplo mantenernos comunicados con el entorno familiar o sostener la continuidad con la institución educativa. Esto no significa dejar a l@s niñ@s con el celular, tablet, computadora o televisor durante largos períodos de tiempo.