Como fonoaudióloga, considero que la evidencia científica es contundente al señalar la importancia crucial del abordaje morfosintáctico en niños con Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL) (Leonard, 2014). No estamos hablando de una mera preferencia metodológica, sino de una necesidad fundamentada en la propia naturaleza de este trastorno y en cómo el lenguaje se construye y se aprende. El TDL, por definición, impacta significativamente la capacidad de los niños para adquirir y utilizar las reglas gramaticales de su lengua. Esto se manifiesta en dificultades para comprender y producir oraciones complejas, utilizar correctamente los tiempos verbales, los pronombres, los artículos y las concordancias (Bishop, 2017). Estas dificultades morfosintácticas no son superficiales; constituir el núcleo del desafío lingüístico que enfrentan estos niños (Conti-Ramsden et al., 2001). La investigación ha demostrado consistentemente que las intervenciones que se centran explícitamente en la morfosintaxis arrojan resultados significativamente mejores en comparación con enfoques más generales o centrados únicamente en el vocabulario (Eisenberg & Guo, 2017). ¿Por qué? Porque la morfosintaxis es el esqueleto del lenguaje, la estructura que permite organizar las palabras y darles significado. Sin una base sólida en este aspecto, el desarrollo léxico se ve limitado y la comunicación se vuelve ineficaz y frustrante para el niño. Estudios longitudinales han seguido a niños con TDL a lo largo de su desarrollo, evidenciando que las dificultades morfosintácticas persisten si no se abordan de manera específica (Leonard, 2014). Estas persistencias pueden tener consecuencias negativas en el rendimiento académico, la interacción social y, en última instancia, en la calidad de vida de estos individuos. Por otro lado, las intervenciones tempranas y focalizadas en la morfosintaxis han demostrado ser altamente efectivas para mejorar la comprensión y producción del lenguaje (Rice, 2004). Estas intervenciones suelen incluir estrategias explícitas de enseñanza de las reglas gramaticales, el uso de modelos lingüísticos claros y repetitivos, la provisión de retroalimentación correctiva y la creación de contextos comunicativos significativos donde los niños puedan practicar y generalizar estas habilidades.En resumen, la evidencia científica nos dice claramente que ignorar el componente morfosintáctico en la intervención del TDL es privar a los niños de una herramienta fundamental para su desarrollo comunicativo (Leonard, 2014; Eisenberg & Guo, 2017). Un abordaje que prioriza la comprensión y producción de estructuras gramaticales complejas no solo mejora su capacidad para expresarse y comprender el mundo que les rodea, sino que también sienta las bases para un desarrollo lingüístico más sólido y autónomo a largo plazo. Como profesionales de la fonoaudiología, nuestra responsabilidad es basar nuestra práctica en esta evidencia y ofrecer a los niños con TDL las intervenciones más efectivas y centradas en sus necesidades específicas. |
Referencias: Bishop, DVM (2017). CATALISE: Un estudio de consenso Delphi multinacional y multidisciplinario. Identificación de trastornos del lenguaje en niños. PLoS One, 12(7), e0181471. Conti-Ramsden, G., Botting, N. y Faragher, B. (2001). Perfiles lingüísticos de niños con trastorno específico del lenguaje: Agrupamiento de habilidades. Revista de Investigación del Habla, el Lenguaje y la Audición, 44(5), 971-989. Eisenberg, SL y Guo, LY (2017). Efectividad relativa de diferentes enfoques de intervención para niños con trastorno del desarrollo del lenguaje: Una revisión sistemática y un metaanálisis. Medicina del Desarrollo y Neurología Infantil, 59(6), 578-589. Leonard, LB (2014). Niños con Trastorno Específico del Lenguaje. MIT Press. Rice, ML (2004). Una intervención morfosintáctica para niños con trastorno específico del lenguaje. En BZ Pearson y CE Snow (Eds.), Lo que realmente importa en el aprendizaje de vocabulario: Para estudiantes con dificultades de aprendizaje (pp. 129-152). Brookes Publishing Co. |