¿Por qué la sobrecarga cognitiva afecta más a la producción espontánea que a la repetición de oraciones en tareas experimentales?

El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL) se caracteriza por dificultades persistentes en la adquisición y uso del lenguaje, que no pueden explicarse únicamente por déficits sensoriales, motores o intelectuales. Dentro de los múltiples factores asociados, la memoria de trabajo verbal ha adquirido un rol central como mecanismo explicativo. La memoria de trabajo permite retener y manipular información durante un breve lapso, lo que resulta esencial tanto para la comprensión de oraciones complejas como para la producción de discurso coherente. Así, un funcionamiento deficitario de este sistema puede repercutir directamente en las dificultades lingüísticas observadas en el TDL (Bishop, 2017; Leonard, 2014).


Los aportes de Montgomery: de la comprensión a la producción

Montgomery (2000) diseñó tareas que medían el procesamiento off-line y en tiempo real de oraciones, encontrando que los niños con TDL tenían menor capacidad para mantener información sintáctica activa mientras procesaban el input. Este déficit no se limitaba a un retraso, sino que revelaba una limitación funcional en memoria de trabajo. Posteriormente, en su revisión (2002), el autor concluyó que estas limitaciones no solo comprometen la comprensión, sino que también inciden en la producción oral, dado que los niños no logran sostener en memoria los elementos necesarios para formular oraciones gramaticales y fluidas.
Este paso de la comprensión a la producción es fundamental, porque muestra que el problema no radica únicamente en “recibir” información, sino en la capacidad de transformarla en discurso. En este sentido, la memoria de trabajo se ubica como un puente entre el procesamiento y la producción, cuya debilidad explica las pausas, las omisiones y las rupturas observadas en niños con TDL.

Gathercole y Baddeley (1993) demostraron que la memoria de trabajo fonológica es un predictor crucial del aprendizaje del vocabulario y de la morfosintaxis. En niños con TDL, la dificultad para retener secuencias fonológicas explica por qué fallan en repetir pseudopalabras o en integrar información nueva en la producción verbal. Estas limitaciones se exacerban cuando el niño debe mantener un foco temático estable; un cambio inesperado de tópico demanda un esfuerzo adicional de almacenamiento, que termina saturando el sistema y repercutiendo en la expresión oral.

 Foco temático, coherencia y carga cognitiva

Las investigaciones narrativas de Guzmán y Pavez (2019, 2023) muestran que los niños con TDL presentan rupturas temáticas frecuentes en el relato. Estos cambios abruptos de foco generan discontinuidades que no solo afectan la coherencia textual, sino que también imponen una sobrecarga a la memoria de trabajo: el niño debe abandonar la información previa y reorganizar su discurso en torno a un nuevo tópico. Esta operación, altamente demandante, suele derivar en silencios, reformulaciones incompletas y errores gramaticales. La evidencia converge en que el TDL no se explica únicamente por un déficit lingüístico, sino por la interacción entre procesos cognitivos y discursivos que sostienen la producción oral.

Autores como Scerif y Amso (2015) han reforzado esta perspectiva al mostrar que la atención y la memoria de trabajo son sistemas interdependientes. En TDL, la dificultad para mantener un foco atencional estable agrava las limitaciones de memoria de trabajo y, en consecuencia, las fallas en la producción. Doebel (2020), por su parte, replantea las funciones ejecutivas como un sistema dinámico que integra memoria, atención y regulación conductual, lo que permite entender mejor por qué los niños con TDL luchan por sostener la coherencia en sus narraciones.

Implicancias clínicas y educativas

Comprender la relación entre memoria de trabajo y producción oral en TDL tiene implicancias directas para la intervención. No basta con trabajar el plano morfosintáctico de manera aislada: es necesario diseñar tareas que apoyen la memoria de trabajo verbal, como la repetición graduada de secuencias, el uso de apoyos visuales para sostener el foco temático, y estrategias narrativas que reduzcan la carga cognitiva. De este modo, se pueden generar condiciones que faciliten tanto el almacenamiento como la producción fluida de discurso.

La evidencia acumulada indica que la memoria de trabajo verbal constituye un mecanismo central para explicar las dificultades en el TDL. Montgomery (2000, 2002) abrió la puerta a esta línea de investigación al mostrar que la sobrecarga de información compromete tanto la comprensión como la producción. Investigaciones posteriores, como las de Gathercole, Bishop, Guzmán y Pavez, consolidan esta mirada al vincular los cambios temáticos con fallas en el almacenamiento y rupturas en la coherencia narrativa. En consecuencia, el TDL debe ser entendido no sólo como un trastorno gramatical, sino como una condición en la que las limitaciones cognitivas y lingüísticas interactúan, dando lugar a un perfil complejo que requiere intervenciones integrales.