“Las habilidades relacionadas con el desarrollo intelectual abarcan básicamente dos grupos de funciones, unas relacionadas con la construcción y el uso del lenguaje y otras vinculadas con la resolución de actividades motoras y visoperceptivas. La combinación de ambos grupos de destrezas, sumada a la capacidad adaptativa del niño, arroja el modelo de funcionamiento intelectual general” Maggio (2020)
Podemos pensar entonces que estas actividades posibilitan discernir si el paciente posee un trastorno del lenguaje primario o secundario, y dependiendo del desempeño del mismo podremos plantear objetivos terapéuticos ajustados a sus necesidades.
Son de suma utilidad cuando el paciente no ha sido evaluado y no sabemos sobre su nivel cognitivo.
Además, pueden utilizarse como punto de partida en aquellos niños que poseen un nivel de lenguaje descendido y un buen rendimiento en tareas manipulativas.